El emprendimiento debe ser un compromiso compartido

Según la RAE emprender es “acometer y comenzar una obra, un negocio, un empeño, especialmente si encierran dificultad o peligro”. Es una manera de pensar y actuar, orientada hacia la creación de valor que beneficie al propio emprendedor, a la empresa, a la economía y, en último término, a la sociedad.

La deprimente situación económica actual, que ha generado cotas de desempleo desconocidas y unas condiciones laborales muy precarias, ha convertido al emprendimiento en prácticamente la única salida para muchas personas, fundamentalmente desempleados y jóvenes, que optan a lograr independencia y estabilidad económica iniciando sus propios negocios.

El emprendimiento requiere mucho valor, empuje, imaginación, positivismo, dinamismo, constancia y trabajo duro. Probablemente por ello es más fácil dejarse seducir por la “seguridad” que proporciona trabajar para el Estado o para una empresa privada, a ser posible una gran empresa. Según diferentes estudios (Proyecto GEM, Entrepreneurship Survey of the EU25, Flash Eurobarometer) para nueve de cada diez estudiantes universitarios la opción de convertirse en empresario es la última, por detrás de trabajar por cuenta ajena y de hacerlo para el Estado. Además, incluso entre quienes prefieren la iniciativa emprendedora parece registrarse un mayor interés en la autonomía y la independencia que en el proyecto empresarial. Esta marcada tendencia es un drama y una gran lacra para el desarrollo y sostenibilidad de la economía nacional.

Parece que hay tres razones fundamentales (que no únicas) por las que en España el emprendimiento sigue siendo una asignatura pendiente:

El emprendimiento no forma parte del currículo escolar

En este país nunca se ha potenciado la actitud emprendedora. Incluso, en muchos casos, la actividad empresarial no está bien vista (aquí deberíamos diferenciar claramente entre empresarios y dueños). Esta mentalidad debería empezarse a cambiar desde la escuela, introduciendo nuevos enfoques y contenidos que faciliten el desarrollo de la actitud emprendedora en los niños y jóvenes.

Si la educación debe preparar a nuestros hijos para poder enfrentar los retos, presentes y futuros, de la sociedad de la mejor manera posible, parece claro que se debería llevar a cabo un gran debate y una profunda renovación de nuestro sistema educativo, desde preescolar hasta la universidad.

Hay que reintroducir el valor del esfuerzo, de la autoestima, de la colaboración, del desarrollo del talento y de la capacidad para identificar oportunidades, de la visión a largo plazo, abandonar el reinado del saber técnico-científico, colocar a la imaginación y a la creatividad en el lugar que se merecen y no dejar que sigan pareciendo patrimonio genético de unos pocos afortunados. En definitiva, crear una nueva cultura que fomente que nuestros alumnos, profesores y sociedad dejemos de ser sujetos pasivos y nos convirtamos en los actores y mantenedores del nuevo modelo, alentando que nuestros niños y jóvenes mantengan relaciones fructíferas con ellos mismos y con el mundo, y, lo más importante, que tengan sueños que quieran y puedan convertir en realidad.

Trabas burocráticas

El convencimiento de que una posible solución a esta crisis, y a las propias limitaciones del Estado para facilitar empleo a la población activa, se basa en una economía dominada por las pequeñas empresas, que debe ser impulsada esencialmente por la iniciativa privada de las personas, ha fomentado el crecimiento del emprendimiento por necesidad y por oportunidad.

Las empresas ya existentes no paran de destruir empleo, mientras que las nuevas contribuyen a la creación de numerosos puestos de trabajo. Por lo tanto, para resolver la lacra del desempleo en España es necesario facilitar e impulsar la creación de nuevas empresas.

A pesar de ello, todavía estamos muy lejos, como sucede en otros países de nuestro entorno, de disponer de un marco legal que permita, en todo el territorio nacional (las diferencias entre comunidades son grandes), desarrollar un proyecto empresarial o un negocio de manera fácil y rápida.

Aunque se han dado pasos para mejorar la situación, siempre se quedan cortos y más parecen diseñados para poder decir que se han hecho cosas que para solucionar los problemas reales que los emprendedores se encuentran.

Para darle un fuerte empujón al emprendimiento habría que dejar de utilizar las manidas y caducas fórmulas de siempre, pedir opinión a los expertos y, por supuesto, a los propios emprendedores, y crear fórmulas nuevas, con visión de medio y largo plazo (fuera las subvenciones a corto plazo, que sólo favorecen la picaresca) que permitan ir generando esa cultura emprendedora que propicie el tejido empresarial que tanto necesitamos y que, poco a poco, vayan creando una mentalidad general de emprendimiento.

Se podría crear una secretaría de estado potente, dentro del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, que coordinara, de forma eficiente, la actividad del sinfín de entes públicos que apoyan a los emprendedores, para aumentar su eficacia y resultados. Desarrollar la formación y los apoyos adecuados (mentores) para mejorar la autoestima y la capacidad de los emprendedores y que no se sintieran solos. Estimular y facilitar el asociacionismo empresarial, el cooperativismo, la creación y expansión de franquicias y empresas familiares que les permitan obtener, gracias a su mayor dimensión, ventajas competitivas. Solucionar de una vez el alejamiento secular universidad-empresa, con políticas que favorezcan la colaboración y la creación de valor para ambas partes y para la sociedad. Buscar nuevas formas de involucrar y motivar a los empleados implicándolos en la gestión y propiedad de las empresas. Etc., etc…

Dificultad para conseguir financiación

Para crear una empresa se debe disponer de los recursos para financiar su lanzamiento y poder mantener la actividad hasta que los resultados permitan recuperar la inversión y generar beneficios. Un porcentaje muy alto de nuevas empresas fracasan por una deficiente financiación, error fundamental de sus planes de negocio.

La mayoría de los emprendedores inician su proyecto contando con sus propios recursos, los de su familia o los de amigos. La otra forma tradicional de financiación es acudir a los bancos, que, como estamos comprobando, no han tenido ni tienen como política inversora apoyar a los pequeños empresarios, sobre todo si el proyecto a financiar no está basado en activos tangibles. Además, los bancos suelen solicitar avales que les garanticen su inversión, requisito imposible para la mayoría de los emprendedores.

Parece claro que, para poder realizar el tan cacareado cambio de modelo productivo que España necesita, es necesario impulsar la creación de nuevas vías de financiación y reducir la gran dependencia que nuestras pymes tienen frente a la banca tradicional.

Hay que acabar con la falta de tradición y apoyo a los inversores especializados en actividad empresarial y darle un nuevo marco legal y social a los business angels, a las entidades de capital riesgo, a los fondos de pensiones e inversiones, a los mercados bursátiles alternativos y a todas las vías posibles, públicas o privadas, que estimulen al capital para que invierta en generar riqueza social, permitiendo a los emprendedores conseguir financiación y apoyo de forma fácil, con el único aval de una buena idea bien planteada y el esfuerzo necesario y la buena gestión para convertirla en un éxito.

Si quieres completar las ideas que se han ido comentando, puedes leer las 40 propuestas para fomentar el emprendimiento en España que ha presentado Javier Santiso, profesor de ESADE y responsable de la incubadora Esadeban, ante la inminente ley de emprendedores que debe sacar adelante el gobierno antes de final de mes.

A ver si toman buena nota y empiezan a propiciar ese cambio de mentalidad y actitud que tanto necesitamos.

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Publicado el 5 junio, 2012 en Emprendimiento, Empresa, Innovación, Pyme y etiquetado en , , , , , , . Guarda el enlace permanente. 9 comentarios.

  1. Gloria Rosas

    ¿El emprendimiento es una salida en la presente situación económica? Es cierto, el emprendimiento requiere todo lo que has apuntado (valor, empuje, imaginación, positivismo, dinamismo, etc.) pero sobre todo, un colchón económico para no traducir “fracaso profesional” en “vida y futuro hipotecados”. Si eso no lo tenemos la mayoría de las personas normalmente, en esta época de terremotos económicos continuos es poco más o menos, que imposible.

    Para ser purista, el emprendedor ha de tomarse la profesión como una vocación. Sólo así concibo una vida creativa que se proyecta tanto hacia el trabajo (o modo de vida) como hacia el desarrollo personal. El buen emprendedor, como tu bien has dicho, no sólo ejerce como tal en su profesión; es una cuestión de SER, de poseer un talante (qué mal suena, ja ja) y un espíritu que engloba prácticamente todas las facetas de su vida: familia, amigos, ocio y, desde luego, empresa. Por eso es tan difícil encontrarlos. Y si, se está en esa onda, lo más seguro es que la vida te vaya desilusionando, por no decir castrando. Porque en el mismo método innovador se encuentra el fracaso como fuente creativa desde donde retomar, aprender y reintentar una y otra vez. Y del fracaso cuesta salir, sobretodo, económicamente.

    El emprendimiento no se encuentra dentro de los objetivos educacionales, !claro que no!, como tampoco lo está el fomentar la crítica constructiva, el planteamiento de los dogmas como algo que se puede y debe cambiarse y refutarse, o el valor de lo diferente. Ya sabemos que en el desarrollo de la personalidad, sobretodo en la adolescencia, el grupo lo es todo y mimetizarse con él es ser fuerte y un gran alivio de muchas dudas y zozobra personales. Tal vez este paso es necesario pero como mero paso y una vez dejado, el individuo ha de crecer como tal, sobresalir por él mismo, por su coco y su empuje. Y eso sí que no está en el curriculum escolar.

    No creo que el soporte o impulso hacia los emprendedores se base, ni mucho ni poco, en ninguna administración o secretaría ministerial. Desde la administración, las estructuras fiscales, la gestión local y el campo financiero sólo vamos a encontrar trabas y ganas de “chupar” o ansias de recaudar. Y eso, mi querido Ángel, no sólo es dificilísimo de cambiar, si no que no se quiere: este montaje parece entrar en crisis periódicamente, pero la voluntad de cambio o de reinventar el cotarro económico mundial, simplemente, ni se contempla.

    • Ángel Álvarez

      Gracias Gloria por tu seria y meditada aportación.

      Me gustaría hacerte algunos comentarios para contrastar puntos de vista. En primer lugar no sé si estoy del todo de acuerdo con lo del colchón económico. No niego que, por ejemplo, a la hora de emprender un negocio, haga falta ese colchón. Pero, desde mi punto de vista, la actitud emprendedora es algo mucho más profundo y complejo y comprende otros muchos aspectos. Esa cuestión de SER que comentas, es independiente del colchón económico y es la que hace que seamos, o no, capaces de iniciar diferentes proyectos, y no sólo económicos, en nuestras vidas. Algunos necesitarán financiación pero otros seremos capaces de sacarlos adelante sin ella. Además, las personas que la tienen en su ADN siempre consiguen financiación externa porque son capaces de presentar sus ideas de una forma que gana adeptos fácilmente.

      Qué razón tienes cuando dices que el fracaso, convenientemente revisado, es una fuente creativa desde donde retomar, aprender y reintentar una y otra vez. Y precisamente es el fracaso, o su posibilidad, el que nos tiene que hacer ver que, apostemos por lo que apostemos, no debemos poner “todos los huevos en el mismo cesto” para evitar el miedo y la ruina.

      Efectivamente, el soporte o impulso hacia los emprendedores no se debe basar en ninguna administración. Basta ya de basar el crecimiento en ayudas y subvenciones. Pero, no cabe duda, que la eliminación de trabas burocráticas, la reducción de costes para lanzar cualquier proyecto, la facilidad para conseguir financiación, el fomento de redes de apoyo… son cosas que pueden ayudar mucho a todos los que empiezan y animar a los que todavía no lo han hecho.

      Y, por último, estoy de acuerdo contigo en la falta total de voluntad para cambiar las cosas y desarrollar modelos de crecimiento sostenible basados en las personas y la ética y no en el dinero y los beneficios. Cuando al inicio de esta ya larga crisis escuchábamos decir a nuestros políticos que había que reinventar el capitalismo y cambiar el modelo productivo, la mayoría esperábamos mucho más de lo que se está haciendo. Que de momento es más de lo mismo, y no funciona.

  2. Apenas dejas rendijas Angel. Excelente análisis.

    En mi opinión, lo que citas en primer lugar es la principal causa de la carencia de emprendedores: no se nos enseña a serlo, y eso nos hace caer en la creencia de que existe “una raza” de empresarios. Una especie de cuestión genética

    Pero te propongo un par de motivos más:

    El primero es que no perdonamos los errores ni consideramos la enorme fuente de conocimiento y experiencia que suponen. La mejor forma de no errar es tener siempre por encima a alguien que nos diga lo que tenemos que hacer… y que asuma las responsabilidades.

    El segundo es derivado del anterior: Si no perdonamos los errores castramos la creatividad, y eso genera el bloqueo ante las ideas. Como tú mismo decías, es no poder visualizar lo que queremos ser cuando seamos mayores

    Si mezclas ambos, nos sale una cosa parecida al pudor y la desconfianza, tan propios de nuestro carácter y tan contrarios a iniciativas como que las empresas ya consolidadas animen a quienes tengan ideas a ponerlas en práctica, tanto patrocinándolas como comprándolas, que no deja de ser una fórmula intermedia

    Un abrazo y hasta la próxima

    • Ángel Álvarez

      Hola Carlos.

      Como siempre, muchas gracias por ampliar el debate con tus comentarios.

      Estoy muy de acuerdo con las razones que apuntas. Cuánto habría cambiado la historia de España si esa lacra católica de la culpa no se hubiera instaurado en nuestro imaginario colectivo como lo ha hecho. Y, por lo tanto, no nos empeñáramos en esconder nuestros errores, con lo sano y saludable que es airearlos, compartirlos y aprender de ellos.

      No obstante, creo que a lo que llamas, de forma políticamente correcta, pudor y desconfianza, habría que llamarlo conformismo (¿borreguismo?) e irresponsabilidad. Es mucho más fácil ser hábiles criticones (que no críticos), algo en lo que somos maestros, que aportadores de ideas, que puedan convertirse en alternativas de actuación (creatividad). Es mucho más cómodo que otros decidan, y luego no estar de acuerdo, que asumir el compromiso de ser parte de la solución y no del problema.

      Bueno, como ves, tenemos trabajo por delante. Vamos a ello.

      Un abrazo

  3. Luis Garcia Callejo

    Estupendo artículo Angel, es una pena que la situación nos esté llevando a esa desconfianza de los unos en los otros. De esta manera es muy difícil despuntar en cualquier pequeño indicio de independencia económica, ya que la cabeza empieza a comparar posibles situaciones finales y si se es débil o la edad ya no te acompaña demasiado para ser “joven emprendedor” nos quedamos con lo que hay más o menos seguro aunque sea para no despuntar en el resto de nuestra vida laboral.

    Tiempo al tiempo…la esperanza, ya sabes, es lo último que se pierde. Un abrazo.

    • Ángel Álvarez

      Gracias Luis. Precisamente es con ese miedo y conformismo con el que hay que ir acabando, para generar auténticas alternativas al trabajo por cuenta ajena. Que, por otra parte, cada vez se está convirtiendo en algo más incierto y precario. Ya nadie asegura que mañana te siga contratando o que no te cambie las condiciones.

      Tener un proyecto propio permite que cada uno pueda elegir qué quiere ser y a dónde quiere llegar. Empecemos por cambiar de mentalidad y exijamos a los legisladores que nos faciliten la actividad y nos doten de los recursos necesarios para desarrollar nuestras ideas, convertirlas en realidad y crear riqueza para el país.

      Un abrazo.

  4. Otra cosa que es urgente modificar es el tema de los pagos: no puede ser que se tarde 60, 90, 120, 365 o varios años en pagar una factura. Eso no hay economía que lo resista, y menos aun si eres un pequeño emprendedor.

    • Ángel Álvarez

      Irene estoy totalmente de acuerdo contigo. a pesar de los intentos que se han hecho por solucionar este grave problema, que es la causa del fracaso de tantos proyectos emprendedores, no parece que las cosas hayan mejorado. Es urgente solucionarlo y establecer unos plazos de pago razonables (nunca debería ser mayor de 30 días) y la «cobertura» adecuada para abordar las situaciones de impago.

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