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La importancia de la educación financiera en la vida cotidiana
En un mundo globalizado económicamente y con unos sistemas financieros cada vez más desarrollados, con un importante aumento en la oferta de productos y servicios financieros, algunos con un alto grado de complejidad —recordemos las preferentes—, la educación financiera se ha convertido en un tema cada vez más importante en nuestra vida cotidiana. Es absolutamente fundamental tener la capacidad de manejar nuestro dinero de manera efectiva y tomar decisiones económicas informadas y responsables para alcanzar nuestras metas financieras a largo plazo y mejorar nuestra calidad de vida.
La educación financiera se refiere al conocimiento y habilidades necesarias —abarca temas importantes de economía, finanzas, matemáticas y análisis— para tener una comprensión clara de los conceptos financieros básicos: presupuesto, ahorro, inversión, crédito, acciones, bonos, fondos de inversión…, y saber cómo aplicar esos conocimientos en la vida cotidiana.
Aunque puede parecer algo lejano, aburrido o sin sentido, está presente en cada aspecto de la vida y deberíamos verla como una gran aliada y una herramienta muy eficiente para tomar el control de nuestras finanzas, proteger a ahorradores e inversores, evitar situaciones perjudiciales como el endeudamiento, la quiebra y el fraude económico, y aumentar la estabilidad y el desarrollo del sistema económico y financiero.
Pero, desafortunadamente, tal y como he podido constatar en muchos de mis cursos y talleres y diferentes estudios ponen recurrentemente de manifiesto —ya en 2005 la OCDE recomendaba desarrollar programas de difusión explicando los conceptos básicos entre la población general— el nivel de cultura financiera está muy lejos de ser el adecuado.
Aunque no es para todos, el teletrabajo llegó para quedarse
El teletrabajo no se instaura de un día para otro. Requiere políticas, tecnología y un liderazgo y dirección que no se improvisan.
Las duras circunstancias actuales de pandemia y confinamiento, que nos han obligado a recluirnos varios meses en nuestras casas, le han dado un protagonismo inusitado al teletrabajo[1], convirtiéndolo, en algunos casos por convencimiento y en la mayoría por obligación, en uno de los pocos recursos que han permitido a muchos trabajadores mantener su actividad profesional y la relación laboral con sus empresas y clientes.
De repente parecía que se había descubierto la solución mágica. Pero, tal y como se ha llevado a cabo, en muchos casos simplemente trasladando, sin más, el presentismo laboral (ese vicio tan extendido en el que hay que estar en el puesto de trabajo, horas y horas, aunque no se rinda) a los hogares, controlando a los trabajadores a través de videoconferencias y con llamadas, correos y mensajes a cualquier hora (es decir, haciendo lo de siempre: trabajo presencial pero a distancia), parece que, como casi todo lo que se hace repentina, apresurada e improvisadamente, “este teletrabajo” está muy lejos de lo que debe ser. Convirtiéndose, para muchos de sus sufridores en una resignada desgracia, que, ojalá, desean, se acabe pronto. Tengamos en cuenta que, además, muchos debían cuidar de sus hijos, al no poder asistir al colegio, o de familiares enfermos, que no tenían cabida en los saturados hospitales.
Al mal tiempo, buena cara: nace Vártina
El panorama de creación de empresas en España todavía deja mucho que desear y aunque se crean más empresas de las que se cierran, 24.890 nuevas empresas frente a 10.173 cierres y 2.669 concursos[1], todavía es muy frecuente encontrar noticias en los medios de comunicación sobre personas que se quedan sin trabajo, jóvenes que tienen que emigrar para encontrar una salida profesional digna, personas maduras que no encuentran quien quiera aprovechar su talento… En definitiva, malas noticias.
La mejor manera de abordar situaciones de incertidumbre y contextos complicados como los actuales es olvidarse del miedo y de las dudas y encararlos con actitud abierta, nuevas ideas y enfoques, mucha ilusión, optimismo y grandes dosis de dedicación y esfuerzo para sacar adelante proyectos que contribuyan a mejorar las cosas.
Con este ánimo hemos creado Vártina, un proyecto de consultoría, formación y desarrollo marcado por una clara actitud abierta y positiva, el compromiso con la innovación y la eficiencia de nuestras propuestas y soluciones, y por aportar el máximo beneficio y retorno de la inversión a nuestros clientes.
Basta ya de desaprovechar el talento
Hablar del talento se ha puesto de moda y es muy frecuente encontrarse con personas que hablan y escriben sobre él. Sin embargo, escuchándolas y leyéndolas, parece que muchas no tienen claro de qué están hablando.
Ideas erróneas
Hay quienes creen que sólo disponen de talento las personas con altas capacidades intelectuales. Si esto fuera así, según la OMS, sólo el 2,3% de la población mundial dispondría de él, lo cual no le daría mucha oportunidad de manifestarse.
Otros confunden genio con talento (capacidad de crear nuevas formas de actividad no emprendidas antes por otros o que actividades ya conocidas se desarrollen de un modo enteramente propio y personal; frente a practicar formas de actividad, general o frecuentemente practicadas por otros, mejor que la mayoría de los que cultivan esas mismas aptitudes), por lo que están convencidos de que ellos no disponen de ninguno.
El emprendimiento debe ser un compromiso compartido
Según la RAE emprender es “acometer y comenzar una obra, un negocio, un empeño, especialmente si encierran dificultad o peligro”. Es una manera de pensar y actuar, orientada hacia la creación de valor que beneficie al propio emprendedor, a la empresa, a la economía y, en último término, a la sociedad.
La deprimente situación económica actual, que ha generado cotas de desempleo desconocidas y unas condiciones laborales muy precarias, ha convertido al emprendimiento en prácticamente la única salida para muchas personas, fundamentalmente desempleados y jóvenes, que optan a lograr independencia y estabilidad económica iniciando sus propios negocios.
El emprendimiento requiere mucho valor, empuje, imaginación, positivismo, dinamismo, constancia y trabajo duro. Probablemente por ello es más fácil dejarse seducir por la “seguridad” que proporciona trabajar para el Estado o para una empresa privada, a ser posible una gran empresa. Según diferentes estudios (Proyecto GEM, Entrepreneurship Survey of the EU25, Flash Eurobarometer) para nueve de cada diez estudiantes universitarios la opción de convertirse en empresario es la última, por detrás de trabajar por cuenta ajena y de hacerlo para el Estado. Además, incluso entre quienes prefieren la iniciativa emprendedora parece registrarse un mayor interés en la autonomía y la independencia que en el proyecto empresarial. Esta marcada tendencia es un drama y una gran lacra para el desarrollo y sostenibilidad de la economía nacional.